Los murciélagos son considerados de gran beneficio para el hábitat humano y por lo tanto están protegidos. No obstante, en determinadas situaciones pueden suponer un riesgo para la salud de las personas. Se convierten en plagas cuando su presencia en áreas urbanas, como viviendas y espacios cercanos al ser humano, se vuelve intolerable. Generan olores desagradables provenientes de sus heces y orina son insoportables, si no también los ruidos y chillidos que pueden generar son muy molestos.
Estos animales son de hábitos nocturnos y algunas especies pueden convivir en estrecho vínculo con el ser humano, al instalarse en espacios donde no sólo descansan durante el día, sino que también se reproducen y cuidan a sus crías. Es posible encontrarlos en entretechos, galpones de techos, entre canaletas de desagües de lluvias y en pequeñas separaciones o rendijas existentes entre edificios.
Acostumbran a buscar refugios de acceso vertical, ya que sus hábitos indican que solamente pueden descansar colgándose de sus extremidades cabeza abajo.